Óyeme con los ojos

 ÓYEME CON LOS OJOS

A la hora de elegir un libro nos solemos dejar llevar por diferentes aspectos como, por ejemplo, la portada o la temática, ya sea ciencia ficción, aventuras, terror. etc., pero debemos tener en cuenta que podemos toparnos con alguno que nos dé una lección de vida, aunque previamente su apariencia no nos haya llamado la atención.

Esto es lo que me ha ocurrido al leer Óyeme con los ojos, una historia cuyo protagonista es sordo, pero no de nacimiento. Él tiene que afrontar el día a día con valentía, superación y dando ejemplo de cómo ver la vida desde otra perspectiva. Aunque reconozco que no debe ser fácil vivir en una situación así, hay que ver el lado positivo como hacía Horacio, que tenía tanta imaginación que se inventaba los sonidos según la forma y el color que tuviera el objeto, animal, etc.

Creo que para sus padres debió ser duro ver las dificultades con las que se encontraba Horacio en su día a día, aunque no lo demostrasen delante de él, y es admirable cómo siempre buscaban la forma de que su hijo se integrara en la sociedad. Una sociedad en la que vive con ventaja, como decía su madre, pues él ve cosas que el resto no aprecia.

Pienso que, en la situación de Horacio, es importante rodearnos de personas que nos motiven con su energía positiva (como Emma, la mejor amiga de su madre). Sin embargo, también nos podemos encontrar con aquellas que no nos acepten tal y como somos. Esto es lo que le ocurría a Beatriz, quien tenía una ahijada sorda como nuestro protagonista, llamada Diana. A esas personas que no aceptan diferencias como las que tenían Horacio o Diana, lo que les pasa es que no saben cómo lidiar con este tipo de situaciones, y es por eso que habría que enseñarles que todo el mundo se puede integrar en la sociedad sea cual sea su situación. Estamos rodeados de muchas personas diferentes, pero todas ellas nos pueden aportar multitud de experiencias o vivencias con las que aprenderemos mucho en la vida, ya que “no se trata de tener derecho a ser iguales, sino de tener igual derecho a ser diferentes”.

En nuestro día a día podemos relacionarnos con personas que muestren una imagen o un carácter que no son propios de ellos, y es importante que antes de juzgarlos, conozcamos el verdadero motivo del porqué se comportan así. Un ejemplo de ello podría ser la percepción que tenía Horario sobre Beatriz. Aunque ella aparentaba ser una persona seria, él veía indicios de que esa no era la realidad, pues toda su casa era original, sus paredes, techo y demás adornos no presentaban ninguna línea recta.

Hay veces que la gente no entiende o no comprende el dolor que algunas personas llevan consigo y tienen que pasar por una situación similar para comprenderlo, como le pasó a Beatriz tras el accidente, que supo valorar la presencia de Horacio, porque era un referente para ella. Esto se debe a que se vio reflejada en él, ya que en ese momento no podía andar y se había convertido en quien ella siempre había temido.

No comprendo tampoco a las personas que se burlan de otras, con el consecuente daño que les pueden hacer, porque pienso que la persona que hace un comentario despectivo ya no se acordará de aquella a la que se lo ha hecho, pero a esta no se le olvidará el dolor que le ha causado. Para que esto se evite, tiene mucho peso la educación que se le inculque a un niño desde que es pequeño, mostrándole buenos valores y respeto hacia los demás, haciéndoles ver que todos somos distintos. Como decía la madre de Beatriz: “Algo te cojea en el alma al no aceptar las imperfecciones de otros”.

Una parte del libro que me ha gustado mucho es cuando Horacio entra en la habitación de Beatriz y observa detenidamente el cuadro situado en una de las paredes de dicha habitación. En él, aparece un árbol con las raíces arrancadas. Esto me hizo pensar el significado que podría tener dicho cuadro, cuyo significado interpreto así: si algo o algún sitio no nos gusta, o por algún motivo no nos deja crecer, somos libres para movernos y buscar donde podamos ser felices.

Otra parte que me ha parecido curiosa es cuando la cuidadora de Beatriz se dirige al niño como “el pobre angelito”, como si sintiera pena de él, cuando en realidad su sentimiento hacia él debería ser de admiración. Ahora quiero ponerme en la piel del protagonista y sentir las emociones que puede vivir en su día a día. Abrir los ojos y escuchar solo silencio, buscando una mirada que transmita compañía y evitar la soledad. Tener que recordar las voces de mis seres queridos porque ya no puedo volver a oírlas.

Dirigirme al colegio y sentirme allí igual a los demás, porque todos tienen la misma diferencia que yo. Ir por la calle y no poder escuchar los sonidos de la naturaleza, por ejemplo, y no entender cómo aquellas personas que sí pueden oír no se paran a apreciarlo. Y así, multitud de situaciones de la vida cotidiana.

Pero... aunque Horacio no pueda escuchar, tiene otras cosas que los demás no iban a alcanzar jamás: tiene tanta imaginación, que con ella puede crear multitud de mundos diferentes. Nos puede enseñar que, aunque te falte un sentido, puedes darle sentido a la vida de los demás.

Quiero citar algunas frases que me han gustado del libro y me han llevado a hacer esta reflexión: “Quiero bailar no bajo la lluvia, sino con la lluvia”, “El silencio es como un mar invisible que lo rodeaba y le hacía sentirse lejos de los demás”, “Seguro que por eso sabe pintar tan bien, porque sabe mirar y por eso se llama Miró”, “¿Por qué la gente que puede hablar no habla?”, “Su madre no le hacía caso... ¿quién era el verdadero sordo?”.

En conclusión, no debemos dejar que nadie nos haga sentir mal por ser distintos. Hay que superarse día a día a pesar de los obstáculos. Nos encontraremos con personas que en principio no nos comprendan, pero cuando se pongan en nuestra piel nos acabarán entendiendo. No debemos pensar como la madre de Horacio, que decía: “Eres muy pequeño para cambiar el mundo”, pues son los niños los encargados de cambiar el futuro.


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